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Mario Bertrand Esteban-Infantes (1942-1961)

Estrella de mi destino
¿por qué no brillas ahora?
¿Quién se ha llevado tu luz?
¿Quién te ocultó con sus sombras?
¿Quién ha cerrado tus ojos?
Dime estrella, ¿por qué lloras?

Pero no, no me lo digas,
déjame sufrirlo a solas.
Que sé quién robó tu luz,
que sé quién te tiene ahora,
que sé quién cerró tus ojos,
que sé, estrella por qué lloras.
Que una estrella no resiste
el sordo dolor que deja
un corazón que abandona
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RESPUESTA A  BECQUER 
¿A dónde va el amor? te preguntabas.
¿A dónde va el amor cuando se olvida?
¿A dónde va el amor? ¿Acaso ignoras
que el cielo del que hablan los profetas
recoje los amores de esta vida?
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Eras flor tenias sed, yo te di agua;
eras alma, llorabas, te di amor;
te di tanto , mi vida, te di tanto
que desierto dejé mi corazón.

Tú bebiste el amor que te ofrecía
la sed que te abrasaba se apagó;
te marchaste dejando sola y triste
la fuente que tus penas aplacó.
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De donde viene la niña,
de donde viene llorando;
sus pies parece que vuelan
sobre un senderito blanco.
No viene de coger rosas
con que arreglar su peinado,
ni de ver al molinero,
ni de pescar en el lago,
que viene de allá del sauce
donde un beso le han robado
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Llamé al cielo y no me oyó,
entonces busqué una estrella,
llegué mi mano hasta ella
y la estrella se quebró.
Loco de furia y dolor
bajé a beber a la fuente
y cuando incliné mi frente
su líquido se enfangó.
Todo aquello que yo toco
se cambia al instante en mal,
y en mi ánimo fatal
las lágrimas de mis ojos
son otros tantos despojos
del pecado original.
Comí del fruto prohibido,
no me asustó mi pecado,
quise sufrir y he sufrido,
quise gozar y he gozado.


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Blanca Bertrand 


A mis nietos

Me han crecido siete nidos en la aurícula

derecha, dentro del corazón,

mientras el tiempo duerme sobre

mi frágil barca mecida por los años.

Son los sueños que vienen a pintar

el paisaje con su mirada nueva.

Árboles que despliegan su ramaje

para que vuele el mirlo y cante

con palabras que desvistan el odio

y evaporen las penas.

Todos son diferentes y la música

que llena sus raíces

nunca será la misma porque nace

del aire de estrellas muy diversas.

Dicen que son mis nietos…

Yo los miro y solo veo

siete milagros vivos que iluminan el mundo. 


B.B. Zamora, 2016

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A mi padre

 

Sobre la dura piedra berroqueña

contemplas el jardín que tú creaste

añorando, detrás de los cristales,

alcanzar esa villa gijonesa

 

que siempre fue tu amor, año tras año.

Te falta un libro para definirte,

con retazos de historias medievales

y sonetos perfectos de Machado.

 

Cualquiera de los dos, Manuel o Antonio,

nunca fuiste sectario ni ignorante.

Me enseñaste a mirar la lejanía

 

con los ojos abiertos y sin parches.

El paraguas y la gabardina

se quedaron aquí cuando marchaste.

 

Gijón, sept. 2017


Mario - Verano 1959
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¿Porqué quisiste Señor, hacerte hombre
naciendo en un portal oscuro y frío?
¿Porqué quisiste Señor de los señores,
padecer sufrimientos y dolores
por hombres que te habían ofendido?

No ves que todos somos ciegos y no vemos,
no ves que somos necios y olvidamos
tu pobreza, tu dolor, tu frío,
y queriendo trocar en bien la vida
buscamos el placer de lo prohibido.

No ves que blasfemamos y dudamos,
no ves que somos sordos y no oímos,
no ves que pocos son los que te esperan
y cuantos, ¡Oh Señor!, los que dormimos.

Pero siendo tu amor de tal manera
que vence ingratitud, maldad y olvido,
repite tu llamada, he sido malo,
repite tu llamada, que te sigo.
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Cuando me dicen que la mujer quiere
como el hombre a querer nunca llegó
yo me sonrío y en silencio lloro
el eterno sufrir de un corazón

Un corazón que espera dolorido
que le quieran a él como él amó
el mismo corazón que di aquel día
y que tu fiera mano torturó;
el mismo corazón que pena y sufre
y en vano busca el verdadero amor
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Eras flor, tenias sed, yo te di agua;
eras alma, llorabas, te di amor;
te di tanto, mi vida, te di tanto
que desierto dejé m corazón.

Tú bebiste el amor que te ofrecía,
la sed que te abrasaba se apagó;
te marchaste dejando sola y triste
la fuente que tus penas aplacó
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Esteban - Infantes

Homenaje a Mario mi hermano
La Mimosa

La mimosa que tengo en mi jardín
se está muriendo y no puedo hacer nada.
Unos hongos le apagan la mirada
y nos anuncian su inmediato fin.

Ella sabe, que un lejano confín
de mi memoria, me tiene siempre atada 
a esa caja de muerto destapada,
donde sus flores se están dando un festín

de oraciones y penas, abrazadas 
sobre el cuerpo sin vida del hermano,
que nos dejó palabras olvidadas.

Era Febrero y nos tendió su mano,
sujetando las aguas desbordadas.
Si ahora se va ¿será su muerte en vano?

Blanca Bertrand, Gijón 2017


Currita Bertrand Eteban Infantes (1960)


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